La
pizza es, sin duda, uno de los alimentos más populares y favoritos a nivel
mundial. Este alimento de origen italiano tiene muchas variedades y es
actualmente vista como un patrimonio gastronómico de la humanidad.
Las
razones por la que nos gusta tanto la pizza y es muy popular son simplemente científicas,
en particular químicas. Una pizzas (o en menor escala: una rebanada) es capaz de poner en marcha los centros de
placer del cerebro gracias a su sabor y textura.
La
creación de una pizza
El
primer paso para la creación de una pizza es la masa, la cual está constituida
de sal, agua caliente y levadura (que
es, más bien, un hongo llamado Saccharomyces Cerevisiae).
Cuando
todos estos ingredientes se mezclan y la levadura recibe el agua caliente la
masa comienza a crecer gracias a que descompone mediante la fermentación los
azucares y otros organismos, convirtiéndolos en dióxido de carbono.
Luego
está la salsa. Este es un ingrediente clave y las salsas que tienen como base
al tomate tienen, por lo regular, un PH de entre 4 y 4,6 aunque algunas salsas
enlatadas tienen entre 3 y 3,5. El PH es el nivel de acidez que tiene una
sustancia, entre más bajo sea, mayor acidez. Por este motivo la mayoría de las
personas experimentan reflujo o acidez en el estomago después de haber comido
una pizza. De hecho en algunas pizzerías les ponen bicarbonato de sodio a la
salsa para contrarrestar el efecto acido.
Después
viene el queso encima de la salsa. El queso más famoso y que está presente en
las pizzas es el queso mozzarella, cuando se calienta adquiere una textura
elástica muy característica en la pizza
El
siguiente paso es meter la pizza en el horno. Este paso hace que todos los
ingredientes se fundan y conformen el producto final
El
primer ingrediente en ser afectado en el horno es el queso, que ante el calor
el queso se derrite.
Cuando
la pizza se cocina en el horno se lleva a cabo una reacción que hace que los
ingredientes y las orillas de la masa de la pizza adquieren un tono color
marrón, en gastronomía a esto se le conoce como reacción de Maillard y ocurre a
partir de los 140º C.
Todos
esos elementos le dan a la pizza un sabor y textura apetecible que la hace tan
popular.
Pero
ahora ¿cómo nos afecta todo esto a
nuestro cerebro?
Cuando
tenemos delante de nosotros un alimento rico en grasas no podemos resistirnos,
esto ocurre porque al comer un alimento grasoso nuestro cerebro activa los
mecanismos de recompensa y causa el mismo efecto que las drogas o el alcohol.
Cuando comemos un bocado de pizza es muy difícil rechazar otro bocado y seguir
comiendo, como las papitas “no puedes comer solo una”. La pizza crea adicción
porque es grasosa y provoca placer, al igual que una droga.
Algunos
expertos dicen que también las comidas con altos niveles de azucares también
pueden crear adicción y en consecuencia problemas de sobrepeso. Además una
comida muy rica activa la dopamina en el cerebro, la dopamina es un
neurotransmisor que contribuye a los efectos de recompensa y de placer.
Todo
esto está implicado en la necesidad de aumentar la ingesta de alimentos con
altos contenidos de grasas o azucares, es decir, los alimentos más sabrosos.
Si
esa adicción temporal nos provoca demasiado placer, nuestro órgano rector se comporta
de un modo glotón y las señales de saciedad pueden verse reducidas y en
consecuencia comemos más de lo necesario.
Entre
el proceso químico que se da en la creación de la pizza más todo lo que
representa la química cerebral que durante su ingesta sumado a todos los
ingredientes extra que se le ponen a una pizza: chorizo, tocino, carne asada,
pollo, salchichas etc. hacen que este alimento para la mayoría de la población
sea irresistible. Por lo tanto la próxima vez que prueben un bocado de pizza y
no puedan resistir la tentación de parar hasta saciarse completamente ya sabrán
el por qué. ¿Apoco no se te antoja una deliciosa pizza?...
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