Esta historia está ambientada en una época en la que no existen
los religiosos, curas pedófilos, fanáticos por el futbol, no existe el chico al
que le hacen bullying en el recreo, el niño que quiso ser astronauta y terminó trabajando en una oficina, ni la chica que quería ser modelo porque su cuerpo
era lo único que tenía de bueno, o aquella adolescente con problemas
existenciales, fanáticas de Justin Bieber o One Direction, ni los que cantan
una canción en inglés y no saben lo que en realidad dice la letra en español,
ni los que se desvelan por alguien que jamás en su vida le hará caso, ni
aquellos que sintieron pena al principio pero terminaron gozando, ni las madres
solteras, ni los maridos desempleados, no hay niños pudriéndose por no tener
alimento y agua, no hay políticos de extrema izquierda ni de extrema derecha,
tiranos, dictadores, monarcas manipuladores, cortesanos con cerebro de ratón,
reyes de modas mezquinas carentes de modales finos (¿?), los políticos
corruptos, los narcotraficantes, no existen los psicópatas, los
anarquistas, fresas, nacos, los que aparecen en el cuadro de honor de “UJAT sin
censura”, los que matan al rehén en “Call Of Duty”, los que “aceptan” sin leer
las condiciones, los que se les rompe la tortilla de su taco, hippies, frikis,
trekkies, hipsters, chairos, derechairos, trolls de internet, feminazis, ateos
“por moda”, los que leen a Paulo Coelho o escuchan a Ricardo Arjona, resentidos sociales, "Sin suertes", ni aquellos que
alguna vez soñaron y terminaron decepcionados, ni los que lo dejaron “todo”
alguna vez por alguien que terminó acuchillándolos por la espalda, no están los
que terminaron empapados porque un hijo de puta venía a toda velocidad y les
salpicó agua de un charco, ni los que coleccionan cartas de amores pasados, ni
los que perdieron todo en algún terremoto o inundación, no existen esas
pequeñas mentiras que a diario se dicen para no hacer sentir mal al prójimo, no
hay rastro de aquellos empleados que día a día lamen las botas de sus jefes
para no quedar en la calle, aquí no están los artistas que se mueren de hambre
mientras otros sin gracia ganan más que ellos, ni los periodistas que mueren en
nombre de su trabajo, no hay ningún médico que no haya recibido un
agradecimiento pero el crédito es de “EL que está allá arriba”, no están los
superdotados, ni los que se creen escritores sólo por tener un blog, ni los que
fueron estafados con caricias, ni los rockstars que vomitan su vida caótica en
los escenarios, los héroes, héroes sin capa o los antihéroes que hacen el
bien siendo basuras por dentro, aquí no están los que se van de la fiesta solos
y llegan a su casa solos, los que se emborracharon por un desamor, ni aquel
matado sin vida social, tampoco el que le hace la vida imposible al matado sin
vida social, esta historia no es de los que se enamoran de prostitutas, ni de
los que son detallistas, ni de los que dedican serenatas, ni de los que
encuentran al amor de su vida por internet, aquí la única moneda válida es el
dinero, no el amor… aquí no hay eso. Es más, al escritor le comenzó a parecer
tan aburrida la historia que iba a contar que incluso decidió dejarla. Esta
historia se cuenta por sí sola, es pésima por su propia naturaleza pretenciosa,
esta historia no debería existir.
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